Alzheimer: qué es, fases, síntomas y mucho más…
A medida que la población envejece se ve afectada por una serie de patologías características de la edad avanzada, una de ellas es el alzheimer. Esta enfermedad que tiende a confundirse con demencias características de las personas mayores y ancianos, es hoy en día una de las de mayor incidencia en dicho grupo de población.
La incidencia de la enfermedad y la información que nos llega de ella a través de las noticias actualmente, han hecho que muchas familias de personas ancianas se planteen si éstos tienen la enfermedad a nada que notan una falta de memoria o que su padre o madre tienden a olvidarse de ciertas cosas importantes, algo que hasta hace no demasiado tiempo no pasaba. Es importante diferenciar el alzheimer de la demencia, aunque es imposible hacerlo a simple vista y es necesario una exploración profesional por parte de un neurólogo por medio de las pruebas pertinentes y las exploraciones clínicas necesarias.
Pero, ¿qué es el alzheimer?
Como bien explican en la Fundación Pasqual Maragall, desde el punto de vista del no erudito, la enfermedad se caracteriza por:
- Pérdida de memoria.
- Alteraciones del lenguaje.
- Dificultades en la orientación temporal, espacial y personal.
- Dificultades para la planificación de tareas
Pero desde un punto de vista más clínico, se puede definir como una enfermedad cerebral, progresiva e irreversible provocada por la acumulación de placas de una proteína que juega un papel esencial en la transmisión de la información entre neuronas, la beta amiloide. Este mecanismo de transmisión entre las neuronas fue descubierto en el año 2009 y publicado en la revista Nature, que unos años más tarde publicó un estudio en el laboratorio sobre ratones en el que se mostraban los resultados sobre una serie de ensayos sobre ratones a cerca del efecto que tenían sobre la modulación de la plasticidad cerebral en enfermos de Alzheimer los dopaminérgicos. Asimismo, hay alteraciones importantes sobre las conexiones neuronales, los axones, debido a la acumulación de proteína Tau.
Causas
Los motivos por los que se desarrolla la enfermedad no están del todo claros y se podría decir que no se tiene demasiada información como para dar una respuesta clara al respecto. Lo que sí está claro es que la edad avanzada es un condicionante, aún habiéndose dado algunos casos en gente de mediana edad.
Lo que sí podemos decir es que hay una serie de factores de riesgo que evidencian la aparición de la enfermedad, pudiendo clasificarse éstos en modificables y no modificables:
Factores de riesgo no modificables para la aparición del Alzheimer
- La edad: como ya hemos comentado anteriormente, es un factor determinante en la aparición de la enfermedad, lo que no quiere decir que el hecho de llegar a una avanzada edad suponga desarrollarla. Lo que sí está claro es que se desarrolla en personas de edad avanzada, normalmente con edades superiores a los 70 años.
- La genética: se cree que el factor hereditario influye en el riesgo de padecer la enfermedad, pero también se cree que no es un factor determinante. Podríamos decir que el Alzheimer es hereditario, pero que no es el factor más importante en cuanto al desarrollo de la enfermedad.
Factores de riesgo modificables
No decimos nada nuevo si exponemos que los factores de riesgo asociados al estrés y a los hábitos de vida poco saludables, influyen en el desarrollo de muchas enfermedades actuales, y el Alzheimer no se escapa de esta valoración. Asociados a este tipo de hábitos, llamémosles poco saludables, están los siguientes factores de riesgo:
- La falta de actividad física, una nutrición rica en azúcares y grasas saturadas, falta de actividad intelectual que desarrolle una mente abierta y curiosa y falta de actividad social.
- Aspectos relacionados con la calidad del sueño, la contaminación, etc.
- Y como consecuencia de los dos anteriores un factor determinante en el riesgo de padecer muchas otras enfermedades, no sólo el Alzheimer, los factores de riesgo cardiovascular, como pueden ser la hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia, la obesidad, el tabaquismo, etc.
Síntomas que pueden indicar que se padece Alzheimer
No hay una especificación clara sobre los síntomas que denotan que se padece alzheimer, ya que como hemos dicho anteriormente, algunos de sus síntomas se pueden confundir con síntomas de las demencias más habituales o simplemente con olvidos propios del envejecimiento. Lo que sí puede indicar que una persona mayor o nosotros mismos padecemos la enfermedad u otro tipo de demencia es el agravamiento de estos síntomas o llevar al extremo ciertos comportamientos, como puede ser el no recordar para qué se utiliza un bolígrafo o las llaves, o simplemente, dejar un objeto dentro del congelador que no debería estar ahí, como puede ser dejar un cojín o un mantel. En los casos más avanzados se dan situaciones realmente peligrosas como dejar la sartén en el fuego con éste encendido, dejar encendido el gas y marcharse sin haberlo apagado y sin haberlo encendido, etc. Situaciones todas ellas que nos deben poner bajo sospecha.
Además de estos síntomas relacionados con la memoria, hay otra serie de síntomas que nos ponen sobre aviso, como pueden ser:
- Cambios bruscos y sin razón aparente en la personalidad.
- Deterioro extremo de la capacidad de movimiento o de caminar.
- Dificultad para comunicarse.
- Cambios bruscos en el estado de ánimo, que se pueden llegar a hacer permanentes.
- Incapacidad para realizar sumas o restas sencillas.
- Estado energético disminuido.
- Pérdidas de memoria a corto plazo, como pueden ser no acordarse de dónde ha dejado las llaves pero recordar cosas de hace muchos años con total claridad.
Etapas de la enfermedad de Alzheimer
El Alzheimer es una enfermedad de avance gradual de deterioro cognitivo y físico. Como tal, su desarrollo se puede dividir en varias etapas en base al grado de afectación, principalmente a nivel cognitivo, ya que el deterioro físico está íntimamente ligado a éste. Las fases del Alzheimer son:
Deterioro cognitivo leve (DCL) o efecto prodrómico
Este tipo de deterioro se da en todas las demencias. Debido a él se produce una pérdida de memoria que tiene relación directa con la edad. Los pacientes con este tipo de deterioro cognitivo son capaces de realizar actividades rutinarias sin demasiadas complicaciones. El DCL conduce a desarrollar la enfermedad a menudo, pero no todas las personas que desarrollan DCL terminan desarrollando Alzheimer. Los síntomas que se suelen notar son:
- Problemas de memoria.
- Estado de ánimo depresivo, ansiedad, irritabilidad o apatía.
- El rendimiento en pruebas cognitivas suele decaer.
Etapa 1 – Fase leve
En esta etapa se desarrollan una serie de afecciones que pueden hacernos sospechar que estamos ante un caso de desarrollo de la enfermedad:
- Lentitud en el habla y comprensión.
- Cambios leves en el estado de ánimo y leves pérdidas de memoria.
- Aumento de la dificultad para aprender o memorizar cosas nuevas.
- Pérdida de espontaneidad y de energía.
- Dificultad para mantener el hilo discursivo o, incluso, pérdida total del mismo.
Etapa 2 – Fase moderada
Esta es la etapa en la que más fácil resulta detectar la enfermedad, ya que los síntomas y los deterioros producidos por la misma son característicos de ella, diferenciándose de otras patologías parecidas como puede ser la enfermedad de Parkinson. Lo normal en esta fase del Alzheimer es que la persona resulte incapacitada debido a la enfermedad. Los síntomas de esta fase son:
- Los enfermos son capaces de recordar el pasado distante con mucha facilidad pero tener dificultad para recordar hechos recientes.
- Dificultad para ubicarse, para reconocer la hora y el lugar, así como imposibilidad de poder conjuntar su ropa, vestirse, etc.
- Debido a la pérdida del vocabulario, pueden inventarse palabras nuevas.
- No reconocimiento de rostros familiares.
Etapa 3 – Fase Grave
Es la etapa final del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. El enfermo entra en una fase de deterioro extremo, tanto a nivel cognitivo como a nivel físico, perdiendo toda capacidad de comunicación y de deambulación.
- Pierden la capacidad de alimentarse eficientemente, no pudiendo masticar ni tragar alimentos.
- Se vuelven no receptivos y no reconocen a nadie.
- Pérdida total o en grado extremo de su control corporal, necesitando por ello una atención constante.
- Situación vegetativa, quedando en situación de encamados, exponiéndose con ello a otras afecciones, principalmente de tipo respiratorio y cardíaco, como la neumonía o los infartos de miocardio.
Tratamientos
Actualmente no existe una cura para el alzheimer, pero sí que existen una serie de tratamientos que ralentizan la evolución de la enfermedad, mejorando con ello la calidad de vida de las personas con Alzheimer y de sus cuidadores.
¿Cómo actúan los medicamentos para el Alzheimer?
Entendiendo que la enfermedad es de tipo neuronal, produciendo la muerte de las neuronas debido a la alteración de los mecanismos que producen las conexiones interneuronales (sinapsis), podremos entender que los medicamentos actuales que buscan paliar los efectos que esta destrucción produce, van encaminados a ralentizar esta destrucción. Así:
- Inhibidores de colinesterasa: actúan desacelerando el proceso de descomposicion del neurotransmisor clave (químico que produce el cuerpo para generar la sinapsis). Dentro de estos medicamentos están: donezepil, galantamina y la rivastigmina.
- Antagonista del receptor NMDA (N-metil-D-aspartato): este tipo de medicamentos actúan regulando la actividad del glutamato, que es un neurotransmisor involucrado en el aprendizaje y la memoria, en el desarrollo y la plasticidad neural, así como con los estados de dolor agudo y crónico. Dentro de este tipo de medicamentos están: la memantina, la ketamina, el dextrometorfano y la metadona.
¿Hacia dónde se encaminan las investigaciones para el tratamiento?
Las investigaciones para el tratamiento de la enfermedad se encaminan hacia medicamentos que traten la enfermedad subyacente, algo que actualmente no hacen, y no sólo a tratar los síntomas asociados a ella. La consecución de los objetivos va encaminada a detener o demorar el daño neuronal que es el causante del empeoramiento de los síntomas.
Estimulación cognitiva en personas mayores con la enfermedad de Alzheimer
Son numerosos los estudios que avalan el uso de terapias de estimulación cognitiva en personas con Alzheimer. Éstas, compaginadas con la terapias farmacológicas, producen una serie de efectos muy beneficiosos sobre los pacientes que sufren la enfermedad. Este tipo de terapias no van únicamente orientadas a los enfermos, también a sus cuidadores, ya sean profesionales o no.
La aplicación temprana de terapias cognitivas, ya sea sobre personas mayores, ancianos con Alzheimer o con cualquier otro tipo de demencia, debe hacerse con conocimiento de los beneficios que ella otorga, además de con la especificidad de las mismas para el tipo de enfermo que estamos tratando. Asociaciones de enfermos de Alzheimer como el CEAFA (Confederación Española de Asociaciones de Familiares de personas con Alzheimer) han protocolizado este tipo de actuaciones, depurándolas y estandarizándolas para que el resultado sea lo más óptimo posible, manteniendo el máximo tiempo posible la capacidad cognitiva de los pacientes con Alzheimer.
Las terapias cognitivas de estimulación para personas mayores con Alzheimer son llevadas a cabo por especialistas psicólogos y neuropsicólogos.
¿Qué es la estimulación cognitiva?
La estimulación cognitiva es una intervención cuya finalidad es el mantenimiento de las capacidades cognitivas, basada en un estudio detallado de las capacidades mentales para poder establecer la estrategia más apropiada a cada caso. Ya que las personas con demencia mantienen cierta plasticidad cognitiva o de aprendizaje, esta puede ser estimulada o activada por medio del entrenamiento, con el fin de optimizar su adaptación al medio.
Objetivos de la estimulación cognitiva en enfermos de Alzheimer
A pesar de que podemos considerar de manera individualizada a cada enfermo de Alzheimer, podemos intuir ciertos rasgos y síntomas comunes a todos ellos, lo que nos permite actuar sobre los mismos de manera genérica protocolizando las terapias, observando con ello la idoneidad de las mismas y los efectos positivos que producen en los mismos, como pueden ser:
- Mejora de su calidad de vida
- Potenciación de su autonomía
- Mantenimiento de sus capacidades durante el mayor tiempo posible
- Evitar reacciones psicológicas anómalas
- Facilitar su interacción con el entorno físico y humano
- Disminuir la ansiedad y la confusión
- Orientarle a la realidad
- Evitar que se desconecte del mundo que le rodea
- Estimular su propia realidad
- Estimular todas la capacidades mentales superiores: memoria, cálculo, atención, praxias, funciones ejecutivas, lenguaje y lectoescritura
Evaluaciones a realizar antes de comenzar con la estimulación en enfermos de Alzheimer
Evaluación inicial
En esta fase de evaluación se determinará el grado de deterioro cognitivo que ha producido la enfermedad hasta ese momento con la finalidad de adaptar las terapias a su estado, con la finalidad de no comprometer los efectos de las mismas a un sobreesfuerzo del todo improductivo por parte del enfermo. Es decir, adaptaremos las terapias al estado real del paciente y no al revés, con la intención de no producir frustración en él.
Tras esta primera evaluación se acotará el trabajo a aquellas capacidades que todavía se conserven, obviando aquellas que ya no sea posible trabajar por haberse perdido. Hay que trabajar para mantener las capacidades que tiene.
Evaluación del trabajo
Con la finalidad de adaptar las terapias al progreso de la enfermedad, se evaluará diariamente al enfermo de Alzheimer.
Ambiente del trabajo
Debido a que las personas con la enfermedad de Alzheimer necesitan mucha concentración para realizar los trabajos que se le van a encomendar, es necesario que el ambiente sea el propicio, pues de no ser así, es fácil que se olviden de lo que se les ha propuesto. Se debe eliminar todo elemento distorsionante del entorno.
Orientación diaria en tiempo, espacio y persona
Se pretende que la persona esté orientada en cuanto al día, hora y lugar en el que se encuentra, por lo que diariamente se le preguntará por ello, se comentará sobre noticias o situaciones del día a día.
Cuidados de personas mayores con Alzheimer
Debido a las particularidades que tiene la enfermedad, los cuidados de las personas que la padecen se han debido hacer cada vez más específicos, teniendo que orientar y formar tanto a las familias como a los profesionales que van a desempeñar la labor de cuidar a las personas mayores con Alzheimer. Cuando la enfermedad no era algo tan conocido, ni se tenía tanta información al respecto sobre ella, los profesionales ejercíamos nuestra profesión de igual manera con enfermos de todo tipo, pero hoy en día nos hemos tenido que adaptar a las nuevas circunstancias asistenciales, formándonos y haciendo más específicas nuestras funciones y nuestra manera de afrontar los cuidados en cuanto a los enfermos que padecen Alzheimer.
Muchas de las cosas que aprendimos cuando empezamos en la asistencia sanitaria se han quedado obsoletas y nos han obligado a un reciclaje profesional muy productivo, tanto para nosotros como profesionales sanitarios y sociosanitarios, como para las familias y personas cercanas de enfermos con este tipo de patología. Un paciente de Alzheimer no debe ser tratado a nivel asistencial como otro paciente cualquiera, ni siquiera debe ser tratado igual que cualquier otro enfermo con algún tipo de demencia, ya que ni su conducta ni sus capacidades serán iguales que las de cualquier otro paciente, ni siquiera su nivel de deterioro será igual, ni siquiera parecido, con lo que debemos estar abiertos a cambiar y a empatizar más que nunca. La formación específica en este ámbito nos ha sido de gran ayuda y nos ha permitido crecer como profesionales.
Cualidades del cuidador de personas mayores con enfermedad de Alzheimer
Empatía:
Ésta es una de las cualidades más importantes a tener en cuenta en un profesional que se dedique a cuidar de personas mayores, pero si esas personas padecen Alzheimer esta cualidad es totalmente imprescindible. Sin ella se dará la circunstancia de que tanto el profesional sanitario como el propio paciente con el que está desempeñando su labor de atención domiciliaria o atención en residencia, se verán abocados al no entendimiento y a la acumulación de problemas derivados de las propias circunstancias asistenciales.
Manejo efectivo de las emociones y de las situaciones de tensión
Trabajar con personas que padecen la enfermedad supone de manera irremediable enfrentarte a cambios bruscos del estado de ánimo. Los pacientes con la enfermedad de Alzheimer se vuelven en muchas ocasiones agresivos, canalizando esa agresividad hacia las personas que más cerca están en ese momento concreto, llegando incluso a la agresión física. Entender que no es un acto voluntario sino guiado por las circunstancias neurológicas del enfermo, hará que actuemos en consecuencia, gestionando nuestras emociones, incluso nuestra propia ira, de manera adecuada. Si el cuidador no posee esta capacidad, debería desechar trabajar con este tipo de pacientes. Siempre hay otros entornos laborales menos propicios a este tipo de circunstancias.
Fortaleza psicológica
Los profesionales que trabajamos con personas con Alzheimer debemos estar psicológicamente fuertes para poder afrontar los retos que la enfermedad nos plantea, ya que no es inhabitual que el trato nos haga aflorar sentimientos de cariño hacia la persona en cuestión, lo que no es nada malo, somos humanos. Lo que sí debemos saber afrontar a nivel psicológico es la afectación que ese vínculo nos puede provocar, debido al deterioro que observemos en dicha persona.
Profesionalidad
Ésto está fuera de toda duda. Un buen profesional, con la formación adecuada y con las cualidades que hemos mencionado antes, será el idóneo para desempeñar una función tan específica como es cuidar a una persona mayor con la enfermedad de Alzheimer.
El riesgo de pérdida de la persona mayor con Alzheimer
Cuando la enfermedad no está en fase 1 (leve), los enfermos pueden desarrollar todavía ciertas actividades y labores fuera del hogar, lo que conlleva irremediablemente la posibilidad de que se pierdan, con el desasosiego y la preocupación que genera eso en las familias y personas cercanas del enfermo. Aún en fase 2 (moderada) y, principalmente en fases tempranas de ella, pueden desempeñar ciertas actividades y, aunque recomendamos que haya siempre una persona con ellos, salir de casa solos y perderse.
Hoy en día hay muchos dispositivos de localización gps para personas mayores con Alzheimer, ya sean pulseras, relojes u otro tipo de dispositivos, que nos permiten tener siempre localizada a la persona enferma con la finalidad de poder acudir en su busca en caso de que se encuentre desubicada o perdida.
Conclusiones finales
Que un familiar padezca una enfermedad como al Alzheimer supone para las familias un cambio radical en su planteamiento vital. El cambio en sus vidas suele ser enorme, llegando a ocupar todo el tiempo y la dedicación puede llegar a ser exclusiva. Muchas familias optan por institucionalizar al enfermo en una residencia o en un centro especializado como puede ser el CRE (Centro de Referencia Estatal) de Alzheimer de Salamanca que es un centro público dedicado a la atención especializada para personas con Alzheimer y que a su vez realiza labores de investigación sobre la enfermedad. También existen muchas residencias públicas y privadas que, o se dedican en exclusiva a este tipo de demencia, o que tienen secciones específicas para los pacientes con esta enfermedad.
Asimismo, los familiares que desean que la persona mayor permanezca en el hogar, siempre pueden contar con cuidadores profesionales para personas con Alzheimer en el domicilio que se encarguen de la asistencia y la ayuda domiciliaria en condiciones óptimas, tanto para el enfermo como para los familiares.
En el caso de que la fase de la enfermedad sea muy temprana o que no esté del todo claro que se está desarrollando, los familiares siempre pueden contar con algún dispositivo de localizacion gps para personas mayores que les dé tranquilidad y seguridad en caso de que se pudiera perder.
Independientemente de la situación asistencial que decidan tomar los familiares, lo importante es que se lleven a cabo terapias cognitivas, motoras y de otros tipos para intentar alargar lo máximo posible el estado actual del enfermo, retrasando así con ello la frustración, el miedo y la angustia.